Quien se tomó primero el café
fue mi mujer y seguía tan campante, sin dejar de hablar ni reír. Mientras bebía
mi café, comencé en dudar si me había equivocado al colocar las tazas en la
mesilla, al mismo tiempo que notaba un regusto amargo en el paladar, la cabeza
se me entelaba y escalofríos recorrían mi cuerpo… y mi alarma se agrandó cuando
vi su mirada sarcástica al preguntarme “¿A qué tiene buen gusto, cariño? Hoy el
café te ha quedado mejor que nunca.” Esas fueron las últimas palabras que oí al
perder el sentido y caer al suelo.
Relat enviat al Concurso Relatos en cadena, en que cada nou relat ha de començar amb la darrera frase del relat guanyador de la setmana anterior. Relats de 100 paraules