Su marido era insufrible
y, además, feo y repelente. Sus chistes tópicos.
De catalanes, de moros, de negros, de judíos. Mentalmente plano, sin criterio
más allá de las conversaciones de borrachos de bar. En definitiva, era el
cuñado típico perfecto. Por eso era imposible no acabar odiándolo cada vez más.
Y mi estúpida hermana, que parecía la lista de la familia, de notables y
sobresalientes, feminista radical en su juventud, se había convertido en una
perfecta ama de casa, servicial, perdonándole sus borracheras de todos los viernes
y sábado, incluso estoy seguro que sabe sus escarceos con las secretarias. No
salgo de mi sorpresa.
Relat enviat al Concurso Relatos en cadena, en que cada nou relat ha de començar amb la darrera frase del relat guanyador de la setmana anterior. Relats de 100 paraules
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