Su incontrolable afición por los viajecitos interplanetarios
era un riesgo evidente. Y suerte que la
vigilancia se había relajado mucho des de que el Imperio contraataco y aniquilo
los restos de la Federación Interplanetaria. Yo ya la avisé que la fortuna no
dura eternamente y no se estaba tan mal en el escondite en la Luna de Escarión.
Cada cierto tiempo, se transformaba en Venucia la viajera y otra vez, de
planeta en planeta. Yo, cómo no, la seguía ciegamente.... Éramos los últimos
soldados siameses de la Federación. No podía hacer más que seguirla hasta que
nos encontramos con la nube de antimateria. Fue nuestro último viaje.
Relat enviat al Concurso Relatos en cadena, en que cada nou relat ha de començar amb la darrera frase del relat guanyador de la setmana anterior. Relats de 100 paraules
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